miércoles, 30 de diciembre de 2009


Confeccionar un mapa político sobre la Argentina de 2010 en el breve espacio que demanda un artículo de blog puede ser una catástrofe analítica. No obstante, me arriesgaré a hacerlo.

En lo económico, 2010 será un período de leve crecimiento, pero sin la espectacularidad que ha caraterizado a 2006, 2007 y otros de la era K. Tampoco es previsible que se reduzca de manera importante la pobreza o el desempleo.

Atado al crecimiento, que será leve pero será y estará, se presentará la inflación y con ella una serie de disputas sindicales por la presión de ajustes salariales.

El panorama es desalentador para las finanzas de las provincias, la cuales tienen un alto contenido de su presupuesto destinado a salarios, puesto que después de la descentralización noventista las mismas se quedaron con las actividades intensivas en uso de mano de obra; léase: hospitales, escuelas, etc.Por otra parte, muchas de las provincias sufren problemas de deudas con el fisco nacional y se ven sometidas al poder económico del Gobierno Central.

La gran pregunta es: ¿En qué medida un año de relativo crecimiento y estabilidad económica puede significar un aspecto que detone una reconciliación entre parte de la opinión pública y el Gobierno Nacional?

En lo político, será el año de la estructuración de alianzas, coaliciones, frentes, espacios, y demás etiquetas destinados a preparar el terreno para las presidenciales de 2011.

Con la nueva ley de reforma política, las grandes concentraciones de facciones se harán en torno a dos fuerzas tradicionales, el PJ y la UCR.

El primero tendrá la dura tarea de resolver puertas adentro qué candidatos presentar en las primarias abiertas y simultáneas. Deberá solucionar qué se hace con el kirchnerismo de cara a 2011. ¿Es el Frente para la Victoria la mejor cara para confirmar la continuación en la Rosada de un partido con una indiscutible y amplísima vocación de poder? Mucho dependerá de cuántos puntos en imagen e intención de voto ganarían los dirigentes del Gobierno Nacional durante el año próximo.

El segundo partido, la UCR, vislumbra en su horizonte la tarea de acondicionar una concertación electoral y luego gubernamental panradical, con un candidato de pura cepa boina blanca, es decir de su tronco, para evitar así los problemas de divisiones que han sufrido en su fallida alianza con el Frepaso. ¿Puede el radicalismo enfrentar sólo al PJ? ¿Puede darse el lujo de despreciar los posibles aportes desde el Gen de Stolbizer, la Coalición Cívica y, tal vez, el socialismo santafesino?

Hay todavía una pregunta más: ¿Cobrará vida una pata de centroizquierda que no se una ni a uno ni a otro de los partidos tradicionales y que juegue a ser piedra de equilibrio en un eventual ballotage entre el candidato del radicalismo y del justicialismo?

Con el correr de 2010, a medida que la economía y las actuaciones políticas cobren vida, podremos empezar a intentar respondernos estas preguntas con dosis de cierta certeza. Hasta ahora son preguntas, una de las mejores maneras y acaso la única de iniciar el camino hacia el conocimiento sobre algo.