Fotografía obtenida del sitio www.lmcordoba.com.ar
El radicalismo y el justicialismo son los únicos partidos que tienen una estructura nacional en la Argentina de hoy. Es decir, presentan candidatos en la mayoría de los distritos, gobiernan localidades, tienen militancia (mayor o menor según el caso pero la tienen) y una historia que les pesa, en aspectos positivos o negativos, pero que nadie puede negar que existe.
Veamos un punto: Si observamos las Ciudades Capital de cada provincia veremos que las intendencias están repartidas casi por mitad entre la UCR y el PJ. Por su parte, también este fenómeno se da en forma similar hacia dentro de algunas provincias, como lo es el caso de Córdoba. Es por ello que el reciente triunfo de Ramón Mestre en la Ciudad de la Provincia mediterránea debería ser leído considerando este contexto. Argentina tiene una raíz bipartidista, menguada hoy por el nítido liderazgo del PJ y por la crisis que sufrió la UCR post 2001, pero es un sustrato latente que aún opera como organizador del pensamiento político en pueblos y ciudades de nuestra geografía. Cada vez menos, es cierto, pero existe y por momentos o en circunstancias particulares se manifiesta. ¿Ha sido este el caso de Córdoba el domingo pasado? En parte si, en parte no.
Pongo a consideración algunos puntos que nos permiten analizar esta compleja realidad. Propongo analizar tres pares de conceptos o ideas que dieron vueltas en los comentarios políticos de estos días en referencia el triunfo de Ramón Mestre.
1.- Bipartidismo si vs bipartidismo no,
2.- Ganó el candidato vs ganó el partido.
3.- Política vs. Administración/gestión
1era díada: Bipartidismo
La discusión sobre el bipartidismo quedaría parcialmente saldada diciendo que el triunfo de Mestre si no es un síntoma del reverdecer bipartidista, si puede ser un factor que comience a apuntalarlo de a poco; no a un nivel nacional tal vez pero si en Córdoba. En momentos de crisis económica, social y política, los votantes solemos ser más arriesgados y se nos da probar liderazgos nuevos y anti sistema. Luis Juez fue eso y, para perjuicio de él, se ha mantenido en ese formato desde 2003 a esta parte, como si Córdoba y el país no hubieran cambiado.
Por lo contrario, en momentos de estabilidad política, los partidos políticos más tradicionales no son tan denostados y la militancia en ellos necesita de menos justificaciones.
En suma, hoy existe un escenario más propicio para la construcción de un bipartidismo en Córdoba que hace diez años atrás. Si Mestre y la UCR lo van a saber aprovechar es harina de otro costal.
2da díada: ¿Ganó Mestre o la UCR?
Si ganó la UCR en la Ciudad de Córdoba, dicen algunos, ¿por qué no ganó también Alfonsín en las primarias o Aguad en las elecciones provinciales? Bajo este supuesto argumentan que el que ganó fue el candidato y no el partido.
Es cierto, ya muchos han hablado sobre el voto dividido que ejercen los ciudadanos, refiriéndose a que analizan cada situación en particular y sufragan según las condiciones particulares que les plantean el momento y el distrito.
Sintéticamente podríamos imaginar, por ejemplo, que se vota en una elección nacional pensando en la macroeconomía, en una provincial evaluando el sistema de salud y en una contienda local evaluando el servicio de recolección de residuos.
Pero el voto dividido no sustenta por sí mismo la tesis de que se vota al candidato y no al partido. Puede que los ciudadanos consideren que hay partidos que pueden resolver mejor las cuestiones municipales y partidos que tramitan de manera más eficaz temáticas de otra complejidad como las nacionales o provinciales.
Es decir, voto dividido y voto por partido no son fenómenos mutuamente excluyentes. Por eso no podemos ser tan categóricos al afirmar que ganó Mestre y no el radicalismo. Esto se conecta con el último punto.
3era díada: Política vs. Administración/Gestión
Macri es el ejemplo más cercano de campañas y gestiones que cabalgan sobre aspectos puros de administración, escondiendo las cuestiones relativas a la ideología y a la política que subrepticiamente se cuelan en cada ley o política pública del PRO. Se trata de hechos y no de valores, parecen decir este tipo de políticos: “Los políticos tienen que hacer. El pensar y el ideologizar es parte de la vieja política o de los filósofos de Carta Abierta”, parecer decir los creadores del slogan Haciendo Buenos Aires. Los valores se esbozan pero con poco sustento, a modo de consignas vagas de tinte folleteril.
El radicalismo cordobés ha quedado en la memora colectiva como un buen administrador local: ordenado, austero, preocupado por el espacio público, etc. Pero nadie podría decir que ha planteado sus gestas y sus gobernaciones de manera despolitizada: Angeloz y Mestre padre no se parecen a Macri en ese sentido. Pero vale decir que en la Ciudad de Córdoba si se han valorizado aspectos que van más por el carril de los hechos que de los valores, y de la gestión que de la ideología. Por ejemplo: Hoy más de la mitad de los cordobeses capitalinos acuerda con la Ley que aprobó el Matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero no estuvo instalado entre la opinión pública durante la campaña el voto negativo de Mestre por ese proyecto de ley.
Es un dato más que confirma que la gestión más que la política ha sido tenida en cuenta al votar a Ramón Mestre (H).
Pero, dirán algunos, si Mestre lleva en su haber sólo la fundación de la Fiel (Barra Brava del [ex] Club Talleres). Correcto, pero esa identificación con la gestión la sociedad la asoció no con el candidato sino con el Partido que lo postuló o con los Intendentes que ese partido ofertó en el pasado (Rubén Martí y Ramón Bautista Mestre).
Por último, cualquier cordobés hoy vincula el apellido Mestre con el radicalismo. Si hubiera un rechazo a votar a este partido como se manifestó en la elección provincial o nacional, Ramón Mestre hubiera tenido que cargar una pesada cruz sobre sus hombros. No fue así. Tal vez la lista tres no fue su caballito de batalla (difícilmente lo pueda ser hoy cualquier sigla partidaria) pero al menos no fue un obstáculo que limitara marcadamente el voto.
Pero entonces, ¿cualquier candidato que hubiera presentado la UCR ganaba? NO. La conjugación de un buen candidato y una memoria sobre las gestiones radicales en Córdoba Capital han sido claves de la victoria.
En conclusión
• El triunfo de Mestre más que ser una consecuencia del bipartidismo puede ser una causa.
• Córdoba vota dividido y sufragó por el candidato, pero más por sus referencias (Gestiones UCR, figuras de Mestre y Martí) que por su persona en sí. No digo que no haya sido buen candidato pero pesó mucho el recuerdo de las gestiones radicales y también las malas gestiones de los no radicales.
• El radicalismo en Capital (quizá no como fuerza provincial) se ha presentado más como un partido de hechos y de gestión que de política e ideología. Ese es el radicalismo que ganó. Para construir una alternativa competitiva provincial deberá trabajar en otros aspectos que trasciendan el célebre abl (alumbrado, barrido y limpieza).