lunes, 5 de diciembre de 2011

El sindicalismo en la nueva era


Publicado el 5 diciembre, 2011 por Redacción (Columna del politólogo Ezequiel Ávila, analista en Estudio Romer y Asoc. Enlace web: http://elestadista.com.ar/?p=1664

La política circula por varios carriles. Uno de ellos es el electoral; importante, decisivo, pero sólo uno más. El sistema político es más amplio que el sistema electoral y la lectura del primero con el ojo obnubilado y atento sólo al segundo, grafica un severo error de cálculo. El kirchnerismo conoce de estas lides y se alimenta de su propia historia para saber que una victoria (2005, 2007 y 2011) o una derrota (2003 y 2009) en una contienda eleccionaria no abona todo el extenso valle de lo político. La relación con el peronismo gobernante (léase gobernadores), con el peronismo sindical (Confederación General del Trabajo) y con las corporaciones empresarias (principalmente industriales, agropecuarias y bancarias) ha sido la clave que ha marcado los tiempos de poder de los presidentes peronistas. 


 Descartado ya que la confederación de gobernadores provinciales rendirá su culto a los votos y a la imagen positiva de Cristina Fernández por largo rato y que tal feligresía se trasladará al Congreso, queda por detectar cuál será el rumbo que la Presidenta intentará darle a su vínculo con otros actores cuya fuerza y legitimidad no reside sólo en lo que sucedió el 23 de octubre ni en lo que decida el reducido núcleo de Olivos. Ha quedado claro que los partidos políticos opositores y sus candidatos sólo juegan una parte del cotejo, el tiempo electoral y el tiempo mediático, pero se diluyen en otras arenas tales como las de las ideas, las de los liderazgos o las de los vínculos con los actores clave de la escena nacional. 


Cristina Fernández ganó en el ámbito electoral como consecuencia de una seguidilla de victorias en otros espacios: intelectuales, culturales, económicos, de liderazgo y de relación con actores estratégicos. Los opositores no sólo no generaron alternativas fuertes en la dimensión partidaria, sino que tampoco lo hicieron en otros terrenos, más relevantes hoy en día que los partidos. Estas son las condiciones para que los principales desafíos provengan de aquellos elementos que componen el propio cuerpo del llamado “modelo nacional y popular”. Existe una serie de preguntas que vale la pena hacerse. Dado el desierto opositor y, en consecuencia, descartado su poder de fuego, ¿de dónde vendrá el primer disparo peronista? ¿Quién será el primero que intentará diferenciarse? ¿Cómo lo hará? ¿En qué espacio social buscará su apoyo? ¿Qué contradicciones sociales emergerán a la superficie trazando una línea entre los actores en pugna? 


En primer lugar, para responder algunas de estas cuestiones es importante considerar el trasfondo social, económico y político de los años kirchneristas. Si hay un vector que ha sido enfáticamente transformado es el que se vincula con el mundo del trabajo, y si hay un actor que ha surgido de esa transformación es el trabajador sindicalizado. Las últimas investigaciones cualitativas del Estudio Römer y Asociados reflejan que existe un puente de hechos concretos que conecta la sensación de bienestar con el apoyo a la continuidad de un gobierno. Ese lazo que vincula dos polos de un sentir colectivo, lo individual y tangible con lo modélico y general, está construido básicamente a partir de lo que acontece en el mundo laboral. El trabajo es el eje ordenador de un conjunto de impresiones sobre otros aspectos más complejos y ajenos a la cotidianeidad de los argentinos. 


En segundo término, lo anterior se relaciona de manera ostensible con lo que sostiene el politólogo Sebastián Etchemendy al asegurar que, si bien los movimientos territoriales piqueteros surgidos al calor de la crisis de 2001 llegaron para quedarse, en el periplo kirchnerista el conflicto sindical reemplazó al conflicto social como expresión de las clases trabajadoras. El sindicalismo más tradicional fue la estructura orgánica que condensó, ordenó y expresó los reclamos de ese mundo laboral en reactivación. Al decir de Etchemendy, no lo podría haber hecho si durante el menemismo no hubiera logrado proteger algunas de sus viejas conquistas como la negociación colectiva centralizada, la prohibición del sindicato de empresa, el control de las obras sociales y la renovación automática de viejos convenios colectivos. Esos institutos, una vez reactivado el mercado de trabajo, podrían ser utilizados para una nueva ofensiva. 



Hugo Moyano, el disidente de los años ’90, fue el heredero de una maquinaria institucional vetusta que, poco a poco y a medida que la economía fue mejorando, puso en funcionamiento con singular éxito. No es poca cosa lo que tiene en sus manos este líder sindical, en momentos donde muchos actores políticos deben su poder al dedo elector de un dirigente de mayor jerarquía o a efímeros protagonismos mediáticos. No es poca cosa en un momento donde los partidos han perdido arraigo territorial, militancia y relato. Quizás por eso el sindicalismo, expresado en la Confederación General del Trabajo, se muestra como uno de los principales escollos para una transición a pedir de la Presidenta, sin conflictividad, signada por el diálogo y el consenso.  



En primer lugar porque el peso político propio de la CGT y su poder fogueado en un contexto de alto nivel de empleo, aumentos salariales y elevado consumo, hacen de la misma un actor que planteará sus exigencias de manera enfática. Aun cuando sus demandas deban adaptarse a una coyuntura de menor crecimiento económico. En segundo lugar porque existen un conjunto de asuntos que tensionan la relación, tales como: la demanda por elevar la base imponible del impuesto a las ganancias, los pedidos de aumentos salariales superiores al 20% y la falta de apoyo presidencial al proyecto de ley sobre participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas. A lo anterior se suma la herida por los escasos y poco atractivos lugares que la Presidenta ofreció a los sindicalistas en las listas legislativas, así como el margen casi nulo de movimiento que ha podido tener Hugo Moyano como presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires. También el pedido que hizo el Gobierno a la Justicia por la suspensión de la personería gremial a la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico adiciona rispideces. 



En suma, la importancia de la dimensión laboral como organizadora del pensar y quehacer colectivo, la fortaleza de una estructura que ha constituido e institucionalizado logros para el trabajador sindicalizado y la dinámica política de un poder corporativo que pretende trascender la sola representación de intereses sectoriales, son las claves principales para comprender por qué esta vez, como tantas otras, se cumple el refrán que reza: “La astilla que más duele, es la del mismo palo”. (De la edición impresa)

martes, 29 de noviembre de 2011

Entre la orfandad y el liderazgo

Columna publicada en La Voz del Interior, domingo 27 de noviembre de 2011 http://www.lavoz.com.ar/opinion/entre-orfandad-liderazgo Las principales fuerzas de la política cordobesa han obtenido, como saldo de este año electoral, una situación que oscila entre la orfandad de dirigentes nacionales de peso y un liderazgo local logrado que satisface expectativas modestas. Nuestro sistema político se ha rediseñado sobre la base de una confrontación, latente o manifiesta, con la matriz de poder que resultó vencedora, el kirchnerismo; y así como dos años atrás Córdoba tenía tres opositores vocingleros ante un Gobierno nacional débil, hoy tiene tres tibiezas que transitan entre la crítica vergonzante y el reconocimiento impostado frente a un Gobierno fuerte. La política cordobesa sigue reflejada en un espejo diferente al que expresa a la nacional y surgió un divorcio que no es beneficioso para ninguna de las partes. A pesar de la contundente victoria del justicialismo a nivel nacional, ni Juan Schiaretti ni José Manuel de la Sota pueden decir que el peronismo que pregonan sea el que hoy gobierna el país. Más cerca del peronismo federal que del sello Frente para la Victoria y más próximo a la liturgia peronista que a la camporista, el justicialismo cordobés aguarda mejores épocas para emerger como voz cantante en el concierto nacional.El cordobesismo duerme un sueño del que algún día espera despertar airoso. Atienden su juego. El Frente Cívico juecista tampoco puede hacer un balance demasiado positivo respecto de su presencia más allá de las fronteras cordobesas. El Frente Amplio Progresista (FAP), del santafesino Hermes Binner, sólo pudo lograr un segundo puesto que se parece más a un tercero, pues el porcentaje de sufragios es similar al que obtuvieron Horacio Massaccesi en 1995, Ricardo López Murphy en 2003 y Roberto Lavagna en 2007, ninguno de los cuales ejerció luego como líder opositor. Además, tiene una cantidad considerablemente inferior de diputados y senadores en el Congreso Nacional que el radicalismo y el kirchnerismo, y en la única provincia que gobierna –Santa Fe– deberá hacer un delicado equilibrio con una Legislatura opositora. La Unión Cívica Radical también sufre la orfandad de liderazgos fuertes a nivel nacional. Sostenidos por una base municipal amplia, un grupo de intendentes desafía a la actual conducción, presa de los estigmas que dejó el magro 11 por ciento del 23 de octubre. No es casual que la lucha la encabece Ramón Mestre, quien gobernará un distrito que pesa electoralmente lo mismo o más que muchas provincias. En suma, cada uno atiende su juego: José Manuel de la Sota intentará gobernar una provincia con profundas grietas económicas, Ramón Mestre tratará de renovar un partido anquilosado a través de una difícil gestión municipal y Luis Juez buscará construir una estructura partidaria que por primera vez desde su creación no contará con una “pata” estatal que lo ayude. Estos son los retos de nuestras principales fuerzas que, como dice el tango, van y vienen entre “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Luis Juez reconoció que tal vez debería haberse mantenido un período más en el municipio de la ciudad de Córdoba; se lanzó hacia la gobernación y quedó a mitad de camino. José Manuel de la Sota esgrimió una independencia indómita en tiempos del conflicto agropecuario, pero quedó herido luego de la muerte de Néstor Kirchner. Ramón Mestre se envalentona con un papel actoral como uno de los líderes de la UCR nacional, pero una sufrida ciudad le reclamará más atención de lo que puede parecer a primera vista. En síntesis, “a mitad de camino”, podría llamarse la película. Grandes en su pago chico, pero pequeños en la escena nacional. No pueden descansar en las fortalezas de un partido o líder de peso nacional; dependen de sí mismos, pero tampoco sus propias fuerzas y condicionantes coyunturales les permiten soñar, por ahora, con un rol más relevante que el que ya tienen. Enclave difícil. El divorcio entre la política cordobesa y la nacional también se da a la inversa. El kirchnerismo no logra construir una base propia de poder con candidatos y espacios fuertes que le respondan, y Córdoba demuestra una vez más intentos de vivir de espaldas a lo que sucede en la escala nacional. El voto cordobés manifiesta, aunque de manera tímida, un sistema de equilibrios que no se ve en la Nación. Sólo aquí se dieron conjuntamente tres elementos: Cristina Fernández ganó con menos de 40 puntos porcentuales, los votos sumados del segundo y tercer candidato superaron a los de la Presidenta y obtuvieron aproximadamente 20 puntos cada uno, demostrando una competitividad menos débil que la que se dio en otros distritos. El balance queda signado por tres fenómenos: la diferenciación con la política nacional, una dependencia de la que se reniega y una competitividad entre tres fuerzas nacionales que no se da en otras geografías. De nuestra dirigencia dependerá, en gran medida, que la administración de este singular y complejo sistema redunde en un mejor futuro para los cordobeses. Hasta ahora no ha sido así.

martes, 25 de octubre de 2011

Las 4 oposiciones + 1


 Luego de la derrota sufrida por el arco de oposiciones al Gobierno Nacional el pasado domingo, el mapa de actores políticos que confrontan con el kirchnerismo comienza a reconfigurarse. Si bien algunos de los opositores se muestran como los ganadores del campeonato por el segundo puesto y otros como los triunfadores por no competir en un torneo donde la derrota era lo único seguro, existen en este amplio segmento distintas complejidades que si son analizadas con detenimiento harán explícito que cada uno de los opositores tiene sus fortalezas y debilidades, y que no existe un claro ganador o menor perdedor. 

 En primer lugar, la Unión Cívica Radical puede jactarse de que sigue siendo la segunda fuerza en el Congreso. A pesar de su tercer puesto conseguido el 23 de octubre, aún goza de una cantidad superior de Diputados y Senadores que el resto de los opositores. Además, gobierna la mitad de las capitales de provincia. Una de ellas, la Ciudad de Córdoba, es tan importante en cantidad de habitantes como la provincia de Mendoza. Si hablamos de partidos en vez de liderazgos, es claro que el radicalismo aún tiene una base importante de gestiones, sobre todo locales, sobre las cuáles transformarse y crecer. 

 Por otra parte, debemos considerar al Frente Amplio Progresista (FAP), flamante segundo de las elecciones generales. Crecieron, hicieron alianzas, mantuvieron una coherencia como fuerza de centro-izquierda republicana con experiencia de gestión y presentaron un líder desconocido que ganó en conocimiento, imagen positiva y votos a lo largo de este periodo electoral. Es un líder que en el 2015 superará los 70 años, lo cual suele ser un limitante a la hora de candidatearse para un cargo presidencial, pero no podemos negar que el FAP ha realizado una labor aceptable, tanto en armado de su estructura política como en comunicación con la ciudadanía. Como desventajas no sólo se encuentra la edad de Binner, sino también el hecho de que, en la práctica, sus fuerzas en el Congreso son las mismas que antes de los comicios del pasado domingo. Además, su estructura nacional es menor que la de los partidos tradicionales como el PJ y la UCR. 

 Otra fuerza de oposición es el PRO. Gobierna un distrito importante como la Ciudad de Buenos Aires, acaba de renovar sus diputados en el Congreso Nacional, ha ganado un municipio del Conurbano (Vicente López) y tiene alianzas con otro (Malvinas Argentinas), disputó palmo a palmo por la gobernación de Santa Fe con el delfín de Hermes Binner y su dirigente, Mauricio Macri, tiene amplio conocimiento en todo el país y una imagen positiva aceptable. Fue módica su victoria el domingo 23 de octubre; de esos triunfos que valen más por la no derrota que por el laurel en sí mismo. 

 Finalmente, el cuarto opositor es el PJ disidente. Este grupo político que gozó de los aplausos de la feligresía anti K allá por tiempos de la 125 y de la victoria de De Narváez sobre Kirchner, ha venido a menos a medida que Cristina Kirchner creció en imagen positiva, intención de voto y aprobación de gestión. Muchos de sus dirigentes, que se asientan en bases con menos pruritos anti kirchneristas que otros opositores, han iniciado un recorrido de regreso al redil. Saben que en el peronismo (aún en su versión kirchnerista), siempre habrá quien los ayude a lamer sus heridas, aún cuando los ubiquen en un lugar lejano en la cola de refugiados que regresan. Felipe Solá, José Manuel De La Sota y algunos intendentes bonaerenses son los arquetipos de esta vuelta. El peronismo disidente es el segmento opositor más dañado de la actual coyuntura nacional. 

 El título dice 4 opositores + 1. Sucede que el 1 es un grupo de actores que podrán jugar como opositores o como aliados según las circunstancias, pero que tienen igual o mayor peso que estos cuatro que hemos detallado. Del esquema de acuerdos que la Presidenta formalice con la Confederación General de los Trabajadores (CGT), la Unión Industrial Argentina (UIA), las entidades rurales y los Bancos, dependerá mucho el próximo periodo kirchnerista. “Allí está la gobernabilidad”, me dice un viejo peronista. ¿El Congreso? “Bien, gracias.”

viernes, 21 de octubre de 2011

Kirchnerismo 2003-?: Las tres etapas de un modelo





El periodo kirchnerista puede subdividirse en tres etapas. La primera coincide con el primer gobierno de esta fuerza política, el cual fue encabezado Por Néstor Kirchner y que transcurrió entre 2003 y 2007.
El segundo periplo va desde 2007 hasta 2010, iniciándose con el triunfo de Cristina Kirchner y culminando con el deceso de su marido. Estos casi tres años fueron los más duros para el Frente para la Victoria, puesto que transitaron por una fatigosa crisis con el sector agropecuario, una grave crisis económico-financiera internacional y una pérdida en el favor de la opinión pública que derivó en la derrota de las elecciones de medio término en el 2009.
En el 2010 el kirchnerismo comenzaba a recuperarse, pero no será hasta el fallecimiento de su líder que tal revitalización se hará efectiva y de magnitud considerable. Desde ese momento comienza la tercera parte de este film, un recomienzo de la luna de miel entre el Gobierno y la ciudadanía.

1era Etapa (2003-2007): El primer kirchnerismo

Un Gobernador de una pequeña provincia sureña, ampliamente desconocido por gran parte de los argentinos y votado sólo por el 22% del electorado accede a la Presidencia en medio de una crisis social, económica y político de inusitada gravedad.

En este contexto, el primer kirchnerismo puede ser leído a partir de la recuperación de la autoridad política y de la revitalización de las condiciones materiales de subsistencia, en particular del nivel de empleo. En el primer trimestre de 2003 el desempleo alcanzaba al 20% de la Población Económicamente Activa. Hacia fines de ese mismo año, ya había descendido al 14,5% según datos oficiales. Al finalizar este primer periodo la desocupación había alcanzado una cifra aproximada al 8%.
Con respecto a la pobreza,  podemos decir que a principios de la era K la misma afectaba a la mitad de los hogares argentinos y al 57% de los ciudadanos. Hacia fines de 2006 la pobreza afectaba al 27% de los argentinos, regresando a los niveles de 2008. La indigencia  también cayó, de una manera tal vez más estrepitosa. Se redujo de 29% a 9%.
En resumen, puede decirse que durante el primer kirchnerismo se manifestó una sostenida contracción tanto del nivel de pobreza como de indigencia que señala, en primer lugar, la interrupción de la larga tendencia ascendente experimentada por ambos registros entre 1980 y la última devaluación.
No obstante, hacia 2007 los registros se mantenían cómodamente en los dos dígitos y, si se extrapolaba esta información al total del país, se evidenciaba que casi diez millones de argentinos continuaban viviendo por debajo de la línea de pobreza.
A eso había que sumarle un problema que poco a poco iba surgiendo como un de los más relevantes de la etapa kirchnerista, la inflación. Las continuas alzas de precios –especialmente de los productos alimenticios– colocaban a porciones enteras de trabajadores al borde de caer en una situación de pobreza mes a mes. A esto se sumó la falta de estadísticas confiables para el año 2007, especialmente para el segundo semestre, que hicieron imposible confirmar si el indicador de pobreza continuaba en descenso o si, como se sospecha, ingresó en una meseta.
La desigualdad. El coeficiente de Gini mide el nivel de desigualdad. Valores de hasta 0,30 reflejan una distribución del ingreso equitativa. Se considera que hay desigualdad a partir de 0,40 y hasta 0,60. En este intervalo se han encontrado por mucho tiempo los países latinoamericanos. Más de 0,60 indica una desigualdad extrema. En Argentina, el coeficiente de Gini aumentó desde 0,40 a mediados de los años 80 a 0,53 en 2002, como resultado de sucesivas crisis económicas. Fue reduciéndose durante el gobierno kirchnerista llegando a 0,47 hacia finales del primer mandato y hoy alcanzando 0,43, segúnd atos del INDEC.
Otros aspectos. El primer kirchnerismo se caracterizó por otras cuestiones que fueron aceptadas por amplios sectores de la sociedad tales como la renegociación de la deuda externa, el impulso para la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final que favorecían a los líderes militares de la última dictadura argentina y la recuperación de la iniciativa y la autoridad política por parte del Gobierno argentino. 
Sin embargo, la calidad institucional emergía como la gran deuda pendiente. Crecimiento pero con pocas reglas parecía ser el título que marcaba el paso de este inicialmente ignoto Presidente.
La intervención en el INDEC en el 2007, la proliferación de medidas tomadas mediante decretos de necesidad y urgencia, la reforma en el Consejo de la Magistratura lesionando la independencia de poderes y el discurso belicoso de los principales exponentes del Poder Ejecutivo para con medios de comunicación, representantes religiosos o líderes empresarios fueron sólo algunos de los botones de muestra que ya anticipaban el cariz que tendría el segundo kirchnerismo.
La opinión pública durante el primer kirchnerismo. La evaluación positiva de la gestión presidencial osciló entre el 50% y el 60% entre 2003 y 2007, aunque vale decir que en este último año, ya se vislumbró en una de las mediciones del Estudio Romer una leve caída hasta el 44%.
Las expectativas positivas sobre la marcha de la economía también crecieron desde aproximadamente 30% a principios del mandato de Kirchner a un promedio cercano al 50% durante el resto del período.
Por su parte, la variable de percepción subjetiva del alcance de los ingresos nos indicaba que a comienzos del gobierno de Kirchner 3 de cada 10 argentinos decían no llegar a fin de mes (30%). Ese porcentaje se redujo al 9% hacia 2007.

2da Etapa (2007-2010): El hartazgo

Como lo decíamos antes, el modelo kirchnerista caracterizado por la confrontación y la exacerbación de las arenas de conflicto estaba mostrando signos de agotamiento. Si bien la economía seguía creciendo, Cristina Kirchner llega al poder con una cantidad menor de votos que la que habían obtenido el resto de los Presidentes desde 1983.
La debilidad para encontrar lazos de conexión y empatía con la ciudadanía, sobre todo con los sectores medios, se hizo explícita durante el conflicto agropecuario, pero ya venía sintiendo los efectos negativos de casos de corrupción que rozaban a importantes funcionarios del Gobierno (Caso Skanska y Caso Antonini Wilson).
La imagen positiva de la Presidente se derrumbó durante el año 2008 hasta llegar al 26% y la de Néstor Kirchner al 22%. La evaluación negativa de la gestión se acrecentó alcanzando los 40 puntos porcentuales, al tiempo que disminuyó la evaluación positiva hasta el 19%.
Indicadores socio-económicos. Durante este segundo periodo de kirchnerismo el problema económico principal sería la inflación y la carencia de mediciones confiables por parte del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), que continúa afectando la calidad institucional en el país. Las consultoras privadas afirman que el aumento de precios se acerca al 25% anual, mientras que el INDEC publicaba, y lo sigue haciendo, cifras marcadamente inferiores.
Por otra parte, el desempleo muestra una leve baja respecto a 2007 (2 puntos porcentuales: 9% - 7% aprox.) luego de un aumento durante la crisis financiera internacional de 2009. No obstante, estas cifras, al igual que las relativas a la pobreza, se encuentran bajo discusión debido a las dudas que genera la intervención del Gobierno en el Instituto encargado de las estadísticas nacionales. El INDEC dice que la pobreza es de 10,7%. Dato que es discutido por Centros de Estudios varios y Consultoras privadas que publican cifras que van entre el 22% y el 30%. Es decir, la pobreza estaría según estos investigadores igual que en 1995, año en el cual comenzaba el camino hacia la estridente crisis de 2001.
Más allá de ello, vale destacar que luego de la derrota de 2009 el Gobierno Nacional tomó medidas estatistas y de corte progresista que le valieron una lenta recuperación del favor de los ciudadanos: La estatización de los fondos de pensión, la ley de medios, el apoyo a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo y la aplicación del programa Asignación Universal por Hijo fueron algunas de esas políticas. A las mismas se sumó la ley de actualización automática del aumento jubilatorio y la obligatoriedad de paritarias entre empresarios y sindicatos para discutir aumentos salariales.
Durante el 2010, si bien se divisaba, como decíamos, una lenta recuperación de las variables de imagen de la Presidenta, evaluación de gestión y de la marcha de la economía, el salto de relevancia se producirá luego del fallecimiento de Néstor Kirchner. A partir de ese momento dará comienzo el tercer ciclo kirchnerista.

3era Etapa (2010-¿?): La reconciliación

Titulamos esta etapa como la reconciliación remitiendo a un periodo que se asimiló a un inicio de mandato, caracterizado por una luna de miel entre una Presidenta que recién asume el poder y una ciudadanía dispuesta a esperar y a tolerar hasta analizar sus primeros pasos.
A casi un año de la desaparición del líder del kirchnerismo, su esposa gana las elecciones con más del 50% de los votos, en una contienda histórica, tal vez no tanto por el porcentaje como por la diferencia en votos respecto al resto de los competidores.
En 2011 la situación socio-económica no se ha modificado sobremanera, pero si la opinión sobre la misma. Hoy en día cerca del 40% de los argentinos tiene opiniones positivas sobre las distintas variables relacionadas con la economía (Evaluación prospectiva, retrospectiva y actual) aunque los datos objetivos no hayan tenido cambios profundos. También vemos que una mayor proporción de argentinos considera que puede ahorrar (El porcentaje creció de 10% a 17%).
Estos elementos operan como algunos de los factores explicativos más relevantes del momento político que vivimos los argentinos en la actualidad y, específicamente, de lo sucedido en el plano electoral.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Lo que Córdoba dejó. El bipartidismo ¿efecto o causa?

Fotografía obtenida del sitio www.lmcordoba.com.ar 

 El radicalismo y el justicialismo son los únicos partidos que tienen una estructura nacional en la Argentina de hoy. Es decir, presentan candidatos en la mayoría de los distritos, gobiernan localidades, tienen militancia (mayor o menor según el caso pero la tienen) y una historia que les pesa, en aspectos positivos o negativos, pero que nadie puede negar que existe. 
Veamos un punto: Si observamos las Ciudades Capital de cada provincia veremos que las intendencias están repartidas casi por mitad entre la UCR y el PJ. Por su parte, también este fenómeno se da en forma similar hacia dentro de algunas provincias, como lo es el caso de Córdoba. Es por ello que el reciente triunfo de Ramón Mestre en la Ciudad de la Provincia mediterránea debería ser leído considerando este contexto. Argentina tiene una raíz bipartidista, menguada hoy por el nítido liderazgo del PJ y por la crisis que sufrió la UCR post 2001, pero es un sustrato latente que aún opera como organizador del pensamiento político en pueblos y ciudades de nuestra geografía. Cada vez menos, es cierto, pero existe y por momentos o en circunstancias particulares se manifiesta. ¿Ha sido este el caso de Córdoba el domingo pasado? En parte si, en parte no. 
Pongo a consideración algunos puntos que nos permiten analizar esta compleja realidad. Propongo analizar tres pares de conceptos o ideas que dieron vueltas en los comentarios políticos de estos días en referencia el triunfo de Ramón Mestre. 

1.- Bipartidismo si vs bipartidismo no, 
2.- Ganó el candidato vs ganó el partido. 
3.- Política vs. Administración/gestión 

1era díada: Bipartidismo
La discusión sobre el bipartidismo quedaría parcialmente saldada diciendo que el triunfo de Mestre si no es un síntoma del reverdecer bipartidista, si puede ser un factor que comience a apuntalarlo de a poco; no a un nivel nacional tal vez pero si en Córdoba. En momentos de crisis económica, social y política, los votantes solemos ser más arriesgados y se nos da probar liderazgos nuevos y anti sistema. Luis Juez fue eso y, para perjuicio de él, se ha mantenido en ese formato desde 2003 a esta parte, como si Córdoba y el país no hubieran cambiado. 
Por lo contrario, en momentos de estabilidad política, los partidos políticos más tradicionales no son tan denostados y la militancia en ellos necesita de menos justificaciones. 
En suma, hoy existe un escenario más propicio para la construcción de un bipartidismo en Córdoba que hace diez años atrás. Si Mestre y la UCR lo van a saber aprovechar es harina de otro costal. 

 2da díada: ¿Ganó Mestre o la UCR? 
Si ganó la UCR en la Ciudad de Córdoba, dicen algunos, ¿por qué no ganó también Alfonsín en las primarias o Aguad en las elecciones provinciales? Bajo este supuesto argumentan que el que ganó fue el candidato y no el partido. Es cierto, ya muchos han hablado sobre el voto dividido que ejercen los ciudadanos, refiriéndose a que analizan cada situación en particular y sufragan según las condiciones particulares que les plantean el momento y el distrito. 
Sintéticamente podríamos imaginar, por ejemplo, que se vota en una elección nacional pensando en la macroeconomía, en una provincial evaluando el sistema de salud y en una contienda local evaluando el servicio de recolección de residuos. Pero el voto dividido no sustenta por sí mismo la tesis de que se vota al candidato y no al partido. Puede que los ciudadanos consideren que hay partidos que pueden resolver mejor las cuestiones municipales y partidos que tramitan de manera más eficaz temáticas de otra complejidad como las nacionales o provinciales. 
Es decir, voto dividido y voto por partido no son fenómenos mutuamente excluyentes. Por eso no podemos ser tan categóricos al afirmar que ganó Mestre y no el radicalismo. Esto se conecta con el último punto. 

3era díada: Política vs. Administración/Gestión
Macri es el ejemplo más cercano de campañas y gestiones que cabalgan sobre aspectos puros de administración, escondiendo las cuestiones relativas a la ideología y a la política que subrepticiamente se cuelan en cada ley o política pública del PRO. Se trata de hechos y no de valores, parecen decir este tipo de políticos: “Los políticos tienen que hacer. El pensar y el ideologizar es parte de la vieja política o de los filósofos de Carta Abierta”, parecer decir los creadores del slogan Haciendo Buenos Aires. Los valores se esbozan pero con poco sustento, a modo de consignas vagas de tinte folleteril. 
El radicalismo cordobés ha quedado en la memora colectiva como un buen administrador local: ordenado, austero, preocupado por el espacio público, etc. Pero nadie podría decir que ha planteado sus gestas y sus gobernaciones de manera despolitizada: Angeloz y Mestre padre no se parecen a Macri en ese sentido. Pero vale decir que en la Ciudad de Córdoba si se han valorizado aspectos que van más por el carril de los hechos que de los valores, y de la gestión que de la ideología. Por ejemplo: Hoy más de la mitad de los cordobeses capitalinos acuerda con la Ley que aprobó el Matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero no estuvo instalado entre la opinión pública durante la campaña el voto negativo de Mestre por ese proyecto de ley. Es un dato más que confirma que la gestión más que la política ha sido tenida en cuenta al votar a Ramón Mestre (H). 
Pero, dirán algunos, si Mestre lleva en su haber sólo la fundación de la Fiel (Barra Brava del [ex] Club Talleres). Correcto, pero esa identificación con la gestión la sociedad la asoció no con el candidato sino con el Partido que lo postuló o con los Intendentes que ese partido ofertó en el pasado (Rubén Martí y Ramón Bautista Mestre). 
 Por último, cualquier cordobés hoy vincula el apellido Mestre con el radicalismo. Si hubiera un rechazo a votar a este partido como se manifestó en la elección provincial o nacional, Ramón Mestre hubiera tenido que cargar una pesada cruz sobre sus hombros. No fue así. Tal vez la lista tres no fue su caballito de batalla (difícilmente lo pueda ser hoy cualquier sigla partidaria) pero al menos no fue un obstáculo que limitara marcadamente el voto. Pero entonces, ¿cualquier candidato que hubiera presentado la UCR ganaba? NO. La conjugación de un buen candidato y una memoria sobre las gestiones radicales en Córdoba Capital han sido claves de la victoria. 

  En conclusión 
• El triunfo de Mestre más que ser una consecuencia del bipartidismo puede ser una causa. 

• Córdoba vota dividido y sufragó por el candidato, pero más por sus referencias (Gestiones UCR, figuras de Mestre y Martí) que por su persona en sí. No digo que no haya sido buen candidato pero pesó mucho el recuerdo de las gestiones radicales y también las malas gestiones de los no radicales. 

 • El radicalismo en Capital (quizá no como fuerza provincial) se ha presentado más como un partido de hechos y de gestión que de política e ideología. Ese es el radicalismo que ganó. Para construir una alternativa competitiva provincial deberá trabajar en otros aspectos que trasciendan el célebre abl (alumbrado, barrido y limpieza).

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Hermes Binner: Un análisis estadístico comparado

Fotografía obtenida de la página oficial de Hermes Binner: www.hermesbinner.com.ar

A continuación se expone parte de un estudio comparado realizado a partir de las imágenes de los candidatos a Presidente.

Se trata de un análisis factorial del cual podemos extraer datos de tres tipos de componentes o grupos de votantes.
El abordaje nos ayuda a comprender la situación diferencial de Hermes Binner respecto al resto de los opositores.

En el primer componente generado por la correlación estadística entre las imágenes de los candidatos podemos observar que las que tienen mayor similitud en cuanto al valor de su coeficiente de correlación son
ALFONSÍN: Coeficiente de correlación  0,77
DUHALDE: Coef. De correlación  0,72
R. SAA Coef. De correlacipon 0,67
Aquí, el coeficiente más bajo es el de CFK con -0,32
Estos coeficientes deben leerse de la siguiente manera: Es altamente probable que el que tiene una imagen positiva de Alfonsín, la tenga también de R. Saá y de Duhalde; y que tenga una mala imagen de Cristina Kirchner.

En el Segundo componente el coeficiente más altos es el de
CFK 0,88
Aquí, el coeficiente más bajo es el de ALFONSIN con -0,24. También tienen coeficientes bajos R. Saá, Duhalde y Binner.
Este segmento es el que comparten los kirchneristas. Si incluimos en el análisis algunos dirigentes no candidatos a Presidente como es el caso de Daniel Scioli, su coeficiente se asimila al de la Presidenta.

En el tercer componente el coeficiente de correlación más elevado es el de  
Hermes BINNER: 0,70
Aquí, los coeficientes más bajos son los de R. Saa (-0,42) y Duhalde(-0,29)

En síntesis, podemos hacer algunas conjeturas como las que siguen: 
1) Binner se despega del resto de los opositores en cuanto imagen ante la opinión pública. Se parece a la situación de Pino Solanas en un análisis similar que hicimos el año pasado. Es decir que el candidato del FAP aparentemente tiene su propio nicho de adherentes que se ubican en un punto intermedio entre el kirchnerismo duro y la oposición dura.
A su vez, se ve claramente cómo la mayor diferencia la tiene con políticos del peronismo disidente, como Duhalde y R. Saá.

2) Los opositores más férreos son los que tienen buena imagen de Duhalde, Alfonsín y R. Saá (Componente 1). Cuando incluimos en el análisis a Mauricio Macri, el Jefe de Gobierno se posiciona en este primer grupo.

3) En el componente tres ("Binneristas"o socialistas), los que tienen buena imagen de CFK tienen más similitud con los de Binner que con los peronistas Duhalde y R. Saá y que con Alfonsín. CFK fuera de su grupo de adeptos, encuentra más apoyo entre el componente socialista que entre el componente opositor duro.  Esto se vincula con las características de una oposición que podríamos denominar blanda o moderada que se ejerce desde el FAP.

4) Pero lo anterior no se da a la inversa. Es decir, fuera de su componente, Binner está mejor posicionado en el grupo opositores duros que entre kirchneristas. Podríamos sintetizar diciendo: “los kirchneristas son más binneristas que los binneristas kirchneristas”.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El mito de un eterno retorno


Publicado en diario La Voz del Interior, edición impresa y online - 31/08/2011 
Cuantiosas y diversas son las causas esgrimidas como factores explicativos del triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones primarias del 14 de agosto último.
Resultados exagerados, sorpresivos o comprensibles, según el ángulo desde el que se aborde la cuestión. Nivel de consumo, aumentos a los jubilados, programa asignación universal por hijo, “efecto viudez”, presencia estatal en la economía y demás argumentos son sólo parte del conglomerado de elementos que se escudriñan en forma microscópica a los fines de determinar qué pasó.
Entre esas variables, suele mencionarse una, algo más abstracta y teóricamente densa, que en cierta medida contiene a las demás, aunque corre el riesgo del vacío de significancia. Se la llama “el relato”.
Se dice que el kirchnerismo tiene un relato que ningún opositor pudo construir como alternativa superadora o, al menos, competitiva.
Un relato viene a ser una especie de mensaje, de marca de gestión, de voluntad movilizadora de acciones políticas. El relato marca un proyecto con ingredientes materiales e ideales, concretos e intangibles.
Construcción del mito. En términos gramscianos, el proyecto se expresa bajo el ropaje de mito político. El mito-príncipe de Antonio Gramsci no podía ser una persona real ni un individuo concreto. No puede ser “Néstor Kirchner”, sino que debe ser “él”; no puede ser “el kirchnerismo”, sino que debe ser “el modelo”.
El mito debe ser un organismo, un elemento colectivo complejo, en el que se construya en concreto una voluntad afirmada en la acción. La voluntad es un continente llenado con la reparación histórica posdictadura setentista, posneoliberalismo noventista, posprogresismo fallido radical-frepasista.
La acción, por su parte, consiste en más Estado, lucha contra las corporaciones, recupero de fondos de las ex AFJP, ley de medios, ley de matrimonio igualitario, estatización de Aerolíneas Argentinas, entre otras.
En este contexto, debemos entender el “cordobesismo” de José Manuel de la Sota. Sabedor como pocos de la importancia de los marcos de sentido que operan como significantes en la memoria de una sociedad, que legitiman políticas públicas y que se exponen finalmente en formato de propaganda, el gobernador electo de la provincia mediterránea da forma a un relanzamiento del mito de la “Córdoba autónoma” bajo un concepto modélico, pero de fuerte raigambre en la estructura política. Ese artefacto que ha sabido construir a lo largo de su profesional carrera.
¿Cómo vencer al kirchnerismo sin un relato alterno? ¿Cómo pretender presidir el país sin un cuerpo de ideas que trascienda el mero personalismo, la mera maquinaria partidaria o la sola estética publicitaria? Esas parecen ser algunas de las preguntas que se hicieron los creadores del “cordobesismo”.
Artística y emotiva. El “cordobesismo” pretende prohijar una conciencia operativa reparadora de lo que el kirchnerismo no supo reparar o de lo que destruyó: el futuro, el federalismo, el diálogo, la paz nacional, la entrega sacrificada del hombre de campo y demás asuntos demolidos por la consigna de “pelear por pelear”.
Al fin de cuentas, el “cordobesismo” es más una fantasía artística y emotiva que un raciocinio doctrinario.
Va más a la conformación de un nosotros identitario, contrapuesto a un relato centralizador y unitario, supuestamente pergeñado desde la casa Rosada de 2003 a esta parte.
El “cordobesismo” es el relato que utiliza la narrativa del mito como herramienta. No le busquemos sólo racionalidad a una enunciación modélica. La tiene, pero sobre todo se asienta en una creación dramática y trágica, en el sentido griego.
Como dice uno de mis maestros, el politólogo Mario Riorda, el mito no es sólo la referencia al pasado y a lo sagrado, pero la contiene en tanto valor explicativo del origen de una realidad dada. La “isla de Angeloz”, “el modelo Córdoba delasotista” y, más allá en el tiempo, “la autonomía de don Amadeo Sabattini” afloran como antepasados del “cordobesismo”.
Puede que quede como una palabra más, lanzada al vacío una noche de júbilo. Puede que sea sólo una efímera postulación estética.
Puede que sea una plataforma racional de políticas públicas. Puede que sea “chicana” política. Puede que sea el último manotazo de ahogado de un peronismo disidente en naufragio. Puede que sea narrativa alternativa poskirchnerista. Y que sea todo eso a la vez.
En definitiva, de esa mixtura suelen estar compuestos los ismos, las entelequias, los significantes vacíos y los mitos. De la Sota lo sabe; proviene de uno de ellos. Tal vez del más perenne de la Argentina moderna.

    viernes, 19 de agosto de 2011

    [CFK50] ¿Fue la economía?


    ¿Cómo hizo Cristina Kirchner para alcanzar la impresionante cifra de 50 puntos porcentuales o, si se prefiere, 10 millones de votos? ¿Cómo hicieron los opositores para no alcanzar, al menos, 20% de los sufragios?

    En la encuesta nacional de la consultora Graciela Romer y Asoc. que realizamos tres semanas antes de la elección, 17% de los argentinos manifestaban su indecisión respecto a quién votar en las elecciones primarias. Evidentemente, casi la mitad de esos ciudadanos pareciera haberse inclinado a favor de la Presidenta adicionando alrededor de 10 puntos porcentuales y alcanzando el rimbombante 50%.

    En ese grupo de indecisos la mitad decía aprobar la gestión de CFK, mientras que la otra mitad la desaprobaba. Pero sólo dos de cada diez evaluaba positivamente la economía, mientras que cinco la consideraban regular y tres de ellos tenían una mirada negativa.

    Una somera observación de estos datos nos permite hipotetizar que la economía no habría sido determinante para este segmento en su decisión de voto, ya que según los datos el 80% de los indecisos no estaba conforme con la situación económica del país. En otras palabras, algunos indecisos se volcaron a favor de la Presidenta aún cuando consideraban que la situación económica no es del todo buena. La economía pareciera ser más bien un no-tema que una variable de potente incidencia en el voto, al menos entre los indecisos.

    Un segundo punto a tener en cuenta es que, entre los que se decidieron por alguna de las alternativas opositoras, la evaluación positiva de la economía es realizada por el 17%, es decir casi el mismo porcentaje que entre los indecisos. La diferencia reside en que, entre estos votantes, el 70% desaprueba la gestión de Cristina Kirchner, mientras que entre los indecisos la mitad aprueba y la otra mitad desaprueba. Podríamos conjeturar que lo que inclinó la balanza en contra del Gobierno Nacional entre estos electores opositores fue tanto la economía como su visión sobre la gestión en general de la Presidenta.

    El tercer punto es también interesante. 6 de cada 10 votantes de Cristina hace una evaluación positiva de la economía. Además, el 94% de votantes de Cristina aprueba la gestión. En este caso, también puede decirse que tanto la economía como la gestión correlacionan con la intención de voto. Más la gestión que la economía, es cierto.

    En suma, la aprobación de la gestión en general de Cristina Kirchner y la visión sobre la economía pareciera que emergen como variable de correlación con la decisión de voto entre los decididos (A favor o en contra de CFK). Pero hay que hacer una salvedad con respecto a los indecisos, los cuales estaban divididos en cuanto la aprobación pero no en su visión sobre la economía, residiendo allí su talón de Aquiles persuasivo.


    En torno a estos votantes,  Los partidos opositores podrían haber trabajado sobre la cuestión económica, buscando resolver la indecisión según elementos claves como la inflación y alcance de los ingresos, la dificultad de acceso a bienes durables, el subempleo, etc. Quien votaba a CFK, aprobaba su gestión. Quien no la votaba, mayoritariamente no la aprobaba. En el medio de esa polarización, existía casi una quinta parte de la población, entre los cuáles los porcentajes de aprobación y desaprobación se encontraban equilibrados. Finalmente, ese 17% de indecisos terminó inclinándose casi en su mitad en favor de Cristina Kirchner, otros se dispersaron entre los diferentes candidatos opositores. 

    Si un solo candidato hubiese podido pulsar sobre el nervio económico, con un mensaje claro y contundente, podría tal vez haber evitado un reparto de votos tal como el que se dio y, en última instancia, aún cuando Cristina Kirchner se llevase para su molino la mitad de esas aguas indecisas, ese opositor podría haberse acercado al 20% y hoy la historia, su historia, sería diferente. 

    martes, 16 de agosto de 2011

    Un corte de boleta sincronizado



    La seguidilla de derrotas del kirchnerismo en Capital Federal (Primera y segunda vuelta), en Santa Fe y en Córdoba (no presentando candidatos) fue leída por algunos analistas, periodistas y políticos como una anticipación de la debilidad kirchnerista. Los motivos eran infundados. Sin conocer los resultados del pasado domingo ya se podía advertir que la performance del oficialismo en esos distritos no calzaba tan bien como predictor de la contienda por el premio mayor.

    En 2007 Cristina Kirchner obtuvo 24% en Córdoba, 36% en Santa Fe y 24% en Capital Federal; y aún así triunfó holgadamente. Una de las razones radica en la diferente racionalización electoral que los ciudadanos ejercitan cuando se enfrenta a la decisión para cada tramo de gobierno.

    Los argentinos han demostrado que, como suele hacerse con un aparato de relojería, la sincronización del corte de boleta que no se da en el cuarto oscuro se ejerce cuando las elecciones separadas lo permiten. Votar a Macri o a Del Sel y también a Cristina sería tal vez un ejercicio poco probable en un mismo acto electoral. No obstante fue lo que no pocos ciudadanos han hecho en los últimos meses.
    Ahora bien, así como era erróneo pensar que los votos provinciales actuaban como buenos predictores del voto nacional también sería un traspié analítico pensar que ahora cualquier elección distrital en zonas en las que ganó ampliamente Cristina Kirchner será ganada con facilidad por el Frente Para La Victoria.

    Para ser más claros, si el domingo que viene se votara en Ciudad de Buenos Aires es muy probable que Macri ganase nuevamente. Tal vez el efecto mediático podría impulsar más a Filmus pero no implicaría cambios sustanciales porque, nuevamente, los arrastres tienen efectos relevantes sólo cuando operan de manera simultánea y, aún así, a veces tienen sus desfalcos a manos de las tijeritas.

    Por lo tanto, el triunfalismo del Frente Para La Victoria en estos días debería traer a su memoria el triunfalismo de Bonffatti, del peronismo duhaldista en Santa Fe o del delasotismo en Córdoba hace pocas semanas atrás. Los números dicen lo que dicen en la categoría que les corresponden. Pretender ejercer una hermenéutica de los resultados puede ser perjudicial para una adecuada lectura del terreno. 

    lunes, 15 de agosto de 2011

    7 Mitos derribados de un micro clima miope


    ¿Hay un escenario mejor para el kirchnerismo? ¿Había chances de que todas las variables jugaran a su favor? En los últimos días de campaña se fue generando un microclima que contradecía la tesis del "Cristina ya ganó" y que abogaba por un crecimiento de Duhalde o Alfonsín.

    Los mitos del micro clima fueron derribados de un plumazo en la elección de ayer.

    1er mito derribado: “Cristina no pasa del 40”
    Hubo analistas, políticos, periodistas y hasta encuestas que decían que la Presidenta obtendría 37 o 39 puntos porcentuales. Si bien eran pocos los que se animaron a decir esa cifra, no lo fueron los que auguraban a lo sumo un 45%. Hasta referentes y militantes del Frente para la Victoria avizoraban un porcentaje máximo del 45%.
    La mitad más un voto obtenido por Cristina Kirchner el pasado domingo sirve a cualquier candidato en cualquier elección democrática del mundo para considerarse un nítido ganador.

    2do mito derribado: “No va a ir a votar más del 60% del padrón, va a ser puro aparato.”
    Con aproximadamente 75% de ciudadanos en edad de votar que asistieron a los comicios se cae a pedazos la fundamentación de que la primaria sólo sería un masivo acto militante de la cual sólo las fuerzas con estructura nacional podrían salir airosas.

    3er mito derribado: “El segundo va a estar a unos 20 puntos más o menos.”
    Casi 40 puntos porcentuales separan a Cristina Kirchner de sus segundos (Duhalde y Alfonsín) lo cual manifiesta el pobre costado de las alternativas opositores que no pudieron siquiera alcanzar a persuadir a una quinta parte del electorado.

    4to mito derribado: “Claramente habrá un segundo que podrá ganarse el voto opositor en octubre”
    El segundo puesto se comparte entre tres candidatos, ninguno de los cuales tendrá incentivos para bajar su candidatura a favor del que obtenga algunos votos de más que los otros dos. No habrá incentivo ideológico, desde ya, pero tampoco político puesto que no existe un segundo que se despegue del resto y que pueda amenazar un triunfo de Cristina Kirchner en octubre.

    5to mito derribado: “A Cristina la salva Scioli. Es más, Scioli y los barones van a sacar más votos que ella”
    Si bien el Gobierno Nacional colocó el tapón Sabbatella, vale decir que Cristina Kirchner obtuvo en Provincia de Buenos Aires un mayor porcentaje de votos de Daniel Scioli, con lo cuál revalida su liderazgo en la Provincia más populosa del país y distrito clave para definir resultados electorales con sus casi 40 puntos de peso porcentual nacionales.

    6to mito derribado: “Cristina no gana en los centros urbanos ni en el campo. Todavía no se recupera del efecto 125.”
    El kirchnerismo ganó donde nunca antes lo había hecho. Los casos emblemáticos son Córdoba y Capital Federal. Sólo faltó Rosario, ciudad bastión del socialismo de Binner. Además, se confirmó la independencia de elecciones distritales respecto a comicios nacionales. Parte del electorado que votó a Macri, De La Sota y Bonfatti ha optado por la Presidenta el día de ayer.

    7to mito derribado: “El radiperonismo inaugurado por Alfonsín – De Narváez puede funcionar bien.”
    La diferencia de votos entre De Narváez y Alfonsín debe ser causa de enconos difíciles de resolver por estas horas. Sin lugar a dudas ha habido voto cruzado y corte de boletas. Si De Narváez no pudo mantener una alianza victoriosa como la que formó con Solá y Macri en 2009, cabe dudar sobre la esperanza de vida que tendrá UDESO.

    viernes, 12 de agosto de 2011

    Primarias: Nuestro Iowa



    El próximo fin de semana en EEUU tendrá lugar uno de los eventos electorales que anticipan las elecciones del año próximo. En el estado de Iowa se realizará una Straw poll. Se trata de una reunión en la que participan ciudadanos de ese estado, comen, beben, escuchan a los candidatos republicanos y luego votan electrónicamente por alguno de ellos. La certeza predictiva de estos comicios respecto a las elecciones presidenciales está en discusión, aunque nadie niega la relevancia que tienen para posicionar o no ciertos candidatos.

    En Argentina tendremos nuestra Straw poll, con la diferencia de que participaremos en todo el país y en la que estarán en juego todos los candidatos. De manera similar a lo que ocurre en Estado Unidos, nuestras primarias servirán para posicionar algunos candidatos y para desestimar los ánimos de otros.

    A continuación expongo algunas notas sobre qué es lo que debiéramos observar para analizar la elección.

    1.- ¿Qué porcentaje de votos obtiene la candidata del oficialismo?: Se espera que Cristina Kirchner obtenga más del 40% de los votos. Algunos dicen más de 45%. Menos de 40 puntos sería interpretado como una señal de debilidad.  

    2.- ¿Cuál será la diferencia entre el primer lugar y el segundo? Si la diferencia es más de 10 puntos, el candidato que encabece la primaria se fortalecerá, de lo contrario, se verá debilitado.

    3.- ¿Cuál será la diferencia entre el porcentaje obtenido por el candidato que alcance el segundo lugar y el candidato que alcance el tercero? La mayoría de los análisis que se han podido leer o escuchar durante esta semana dicen que una diferencia aproximada de cinco puntos entre el segundo y el tercero no incentivaría a número tres a bajar su candidatura en pos de un apoyo al número 2. Si la diferencia se aproxima a los 10 puntos será otro cantar.

    4.- ¿Se extingue la fuerza de Carrió? Las encuestas la ubican por debajo de los cinco puntos porcentuales. ¿Será la retirada de una fuerza y un liderazgo que han marcado la política argentina en la reciente década?

    5.- A la izquierda del kirchnerismo ¿la pared? Altamira y Argumedo pondrán a prueba la capacidad de movilización y persuasión de una izquierda a la que el kirchnerismo y, en cierta medida, la candidatura de Binner han debilitado.

    6.- ¿Las elecciones distritales están desvinculadas de las nacionales? La primaria nos dará información sobre cuántos votos obtiene el oficialismo en los distritos donde recientemente no ha tenido candidatos o, si los ha tenido, han alcanzado un magro porcentaje de votos. Desnudaremos así la real o virtual correspondencia entre voto presidencial y voto provincial.

    7.- ¿Sirvió la alianza Alfonsín – De Narváez? La provincia de Buenos Aires será el laboratorio de un experimento radiperonista. ¿Cuántos votos de De Narváez irán hacia Duhalde? ¿Cuántos de Alfonsín optarán en la provincia por Stolbizer?

    martes, 9 de agosto de 2011

    “It´s Córdoba Capital, stupid”



    ¡Qué frase o paráfrasis más trillada! Es cierto, pero sirve para titular un breve intento de racionalización de la elección cordobesa del pasado 7 de agosto.

    Muchas son las claves que la explican. A mi entender, una de las más importantes es la buena elección del PJ en Córdoba Capital. La Coalición que lidera De La Sota había obtenido 25% de los votos en 2007 y resultó tercera en 2009. El domingo alcanzaron el 33%. Por lo contrario, Luis Juez había sacado el 50% y ahora cayó al 37%. 13 puntos porcentuales menos en un distrito que pesa el 40% a nivel provincial significan aproximadamente 7 puntos menos en el resultado global. ¡Qué casualidad!, Juez en el 2007 obtuvo 36%, hoy 30%: 6 puntos más.

    En Córdoba Capital nunca gana un peronista, se suele decir. Juez lo hizo disfrazado de Partido Nuevo y Kammerath fue votado como un simpático liberal aliado a una coalición llamada Unión por Córdoba, pero ¿peronismo? jamás.

    Gran parte del electorado capitalino votó muchas veces a Luis Juez con “la nariz tapada”. Recuerdo estudios cualitativos en los que la gente (sobre todo clase media y media alta) decía odiar sus formas, sus malas palabras, su estilo pendenciero y conflictivo, su tono autoritario, su ceño fruncido, su humor antinómico, su discurso plagado de dicotomías (Honestos vs. Corruptos; Buenos vs. Malos, Decentes vs. ladrones, Morales vs. inmorales, idealistas vs pragmáticos, épicos vs. alquilados).

    Aún así, lo votaban. Era la alternativa ante De La Sota. ¿Qué sucedió ahora? ¿De La Sota cambió su cara? En parte si, en parte fue publicidad, en parte gestión, en parte Schiaretti. El hombre que ni bien asumió visitó a Daniel Giacomino en el palacio Municipal dando señales de diálogo y concordia. Schiaretti, adusto, poco carismático, con más perfil de administrador que de político fungió como Intendente Municipal.

    Pareciera que Unión por Córdoba, el PJ y el peronismo empiezan a encontrarle la vuelta a un distrito siempre remiso a congraciarlos con el voto. Aunque deberían ser cautos, al menos hasta septiembre. En ese mes sabremos si se está gestando un verdadero reconocimiento por parte del cordobés capitalino hacia el peronismo con lógica municipal o si sólo se trató de una opción pensando en clave provincial.