martes, 25 de octubre de 2011

Las 4 oposiciones + 1


 Luego de la derrota sufrida por el arco de oposiciones al Gobierno Nacional el pasado domingo, el mapa de actores políticos que confrontan con el kirchnerismo comienza a reconfigurarse. Si bien algunos de los opositores se muestran como los ganadores del campeonato por el segundo puesto y otros como los triunfadores por no competir en un torneo donde la derrota era lo único seguro, existen en este amplio segmento distintas complejidades que si son analizadas con detenimiento harán explícito que cada uno de los opositores tiene sus fortalezas y debilidades, y que no existe un claro ganador o menor perdedor. 

 En primer lugar, la Unión Cívica Radical puede jactarse de que sigue siendo la segunda fuerza en el Congreso. A pesar de su tercer puesto conseguido el 23 de octubre, aún goza de una cantidad superior de Diputados y Senadores que el resto de los opositores. Además, gobierna la mitad de las capitales de provincia. Una de ellas, la Ciudad de Córdoba, es tan importante en cantidad de habitantes como la provincia de Mendoza. Si hablamos de partidos en vez de liderazgos, es claro que el radicalismo aún tiene una base importante de gestiones, sobre todo locales, sobre las cuáles transformarse y crecer. 

 Por otra parte, debemos considerar al Frente Amplio Progresista (FAP), flamante segundo de las elecciones generales. Crecieron, hicieron alianzas, mantuvieron una coherencia como fuerza de centro-izquierda republicana con experiencia de gestión y presentaron un líder desconocido que ganó en conocimiento, imagen positiva y votos a lo largo de este periodo electoral. Es un líder que en el 2015 superará los 70 años, lo cual suele ser un limitante a la hora de candidatearse para un cargo presidencial, pero no podemos negar que el FAP ha realizado una labor aceptable, tanto en armado de su estructura política como en comunicación con la ciudadanía. Como desventajas no sólo se encuentra la edad de Binner, sino también el hecho de que, en la práctica, sus fuerzas en el Congreso son las mismas que antes de los comicios del pasado domingo. Además, su estructura nacional es menor que la de los partidos tradicionales como el PJ y la UCR. 

 Otra fuerza de oposición es el PRO. Gobierna un distrito importante como la Ciudad de Buenos Aires, acaba de renovar sus diputados en el Congreso Nacional, ha ganado un municipio del Conurbano (Vicente López) y tiene alianzas con otro (Malvinas Argentinas), disputó palmo a palmo por la gobernación de Santa Fe con el delfín de Hermes Binner y su dirigente, Mauricio Macri, tiene amplio conocimiento en todo el país y una imagen positiva aceptable. Fue módica su victoria el domingo 23 de octubre; de esos triunfos que valen más por la no derrota que por el laurel en sí mismo. 

 Finalmente, el cuarto opositor es el PJ disidente. Este grupo político que gozó de los aplausos de la feligresía anti K allá por tiempos de la 125 y de la victoria de De Narváez sobre Kirchner, ha venido a menos a medida que Cristina Kirchner creció en imagen positiva, intención de voto y aprobación de gestión. Muchos de sus dirigentes, que se asientan en bases con menos pruritos anti kirchneristas que otros opositores, han iniciado un recorrido de regreso al redil. Saben que en el peronismo (aún en su versión kirchnerista), siempre habrá quien los ayude a lamer sus heridas, aún cuando los ubiquen en un lugar lejano en la cola de refugiados que regresan. Felipe Solá, José Manuel De La Sota y algunos intendentes bonaerenses son los arquetipos de esta vuelta. El peronismo disidente es el segmento opositor más dañado de la actual coyuntura nacional. 

 El título dice 4 opositores + 1. Sucede que el 1 es un grupo de actores que podrán jugar como opositores o como aliados según las circunstancias, pero que tienen igual o mayor peso que estos cuatro que hemos detallado. Del esquema de acuerdos que la Presidenta formalice con la Confederación General de los Trabajadores (CGT), la Unión Industrial Argentina (UIA), las entidades rurales y los Bancos, dependerá mucho el próximo periodo kirchnerista. “Allí está la gobernabilidad”, me dice un viejo peronista. ¿El Congreso? “Bien, gracias.”

viernes, 21 de octubre de 2011

Kirchnerismo 2003-?: Las tres etapas de un modelo





El periodo kirchnerista puede subdividirse en tres etapas. La primera coincide con el primer gobierno de esta fuerza política, el cual fue encabezado Por Néstor Kirchner y que transcurrió entre 2003 y 2007.
El segundo periplo va desde 2007 hasta 2010, iniciándose con el triunfo de Cristina Kirchner y culminando con el deceso de su marido. Estos casi tres años fueron los más duros para el Frente para la Victoria, puesto que transitaron por una fatigosa crisis con el sector agropecuario, una grave crisis económico-financiera internacional y una pérdida en el favor de la opinión pública que derivó en la derrota de las elecciones de medio término en el 2009.
En el 2010 el kirchnerismo comenzaba a recuperarse, pero no será hasta el fallecimiento de su líder que tal revitalización se hará efectiva y de magnitud considerable. Desde ese momento comienza la tercera parte de este film, un recomienzo de la luna de miel entre el Gobierno y la ciudadanía.

1era Etapa (2003-2007): El primer kirchnerismo

Un Gobernador de una pequeña provincia sureña, ampliamente desconocido por gran parte de los argentinos y votado sólo por el 22% del electorado accede a la Presidencia en medio de una crisis social, económica y político de inusitada gravedad.

En este contexto, el primer kirchnerismo puede ser leído a partir de la recuperación de la autoridad política y de la revitalización de las condiciones materiales de subsistencia, en particular del nivel de empleo. En el primer trimestre de 2003 el desempleo alcanzaba al 20% de la Población Económicamente Activa. Hacia fines de ese mismo año, ya había descendido al 14,5% según datos oficiales. Al finalizar este primer periodo la desocupación había alcanzado una cifra aproximada al 8%.
Con respecto a la pobreza,  podemos decir que a principios de la era K la misma afectaba a la mitad de los hogares argentinos y al 57% de los ciudadanos. Hacia fines de 2006 la pobreza afectaba al 27% de los argentinos, regresando a los niveles de 2008. La indigencia  también cayó, de una manera tal vez más estrepitosa. Se redujo de 29% a 9%.
En resumen, puede decirse que durante el primer kirchnerismo se manifestó una sostenida contracción tanto del nivel de pobreza como de indigencia que señala, en primer lugar, la interrupción de la larga tendencia ascendente experimentada por ambos registros entre 1980 y la última devaluación.
No obstante, hacia 2007 los registros se mantenían cómodamente en los dos dígitos y, si se extrapolaba esta información al total del país, se evidenciaba que casi diez millones de argentinos continuaban viviendo por debajo de la línea de pobreza.
A eso había que sumarle un problema que poco a poco iba surgiendo como un de los más relevantes de la etapa kirchnerista, la inflación. Las continuas alzas de precios –especialmente de los productos alimenticios– colocaban a porciones enteras de trabajadores al borde de caer en una situación de pobreza mes a mes. A esto se sumó la falta de estadísticas confiables para el año 2007, especialmente para el segundo semestre, que hicieron imposible confirmar si el indicador de pobreza continuaba en descenso o si, como se sospecha, ingresó en una meseta.
La desigualdad. El coeficiente de Gini mide el nivel de desigualdad. Valores de hasta 0,30 reflejan una distribución del ingreso equitativa. Se considera que hay desigualdad a partir de 0,40 y hasta 0,60. En este intervalo se han encontrado por mucho tiempo los países latinoamericanos. Más de 0,60 indica una desigualdad extrema. En Argentina, el coeficiente de Gini aumentó desde 0,40 a mediados de los años 80 a 0,53 en 2002, como resultado de sucesivas crisis económicas. Fue reduciéndose durante el gobierno kirchnerista llegando a 0,47 hacia finales del primer mandato y hoy alcanzando 0,43, segúnd atos del INDEC.
Otros aspectos. El primer kirchnerismo se caracterizó por otras cuestiones que fueron aceptadas por amplios sectores de la sociedad tales como la renegociación de la deuda externa, el impulso para la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final que favorecían a los líderes militares de la última dictadura argentina y la recuperación de la iniciativa y la autoridad política por parte del Gobierno argentino. 
Sin embargo, la calidad institucional emergía como la gran deuda pendiente. Crecimiento pero con pocas reglas parecía ser el título que marcaba el paso de este inicialmente ignoto Presidente.
La intervención en el INDEC en el 2007, la proliferación de medidas tomadas mediante decretos de necesidad y urgencia, la reforma en el Consejo de la Magistratura lesionando la independencia de poderes y el discurso belicoso de los principales exponentes del Poder Ejecutivo para con medios de comunicación, representantes religiosos o líderes empresarios fueron sólo algunos de los botones de muestra que ya anticipaban el cariz que tendría el segundo kirchnerismo.
La opinión pública durante el primer kirchnerismo. La evaluación positiva de la gestión presidencial osciló entre el 50% y el 60% entre 2003 y 2007, aunque vale decir que en este último año, ya se vislumbró en una de las mediciones del Estudio Romer una leve caída hasta el 44%.
Las expectativas positivas sobre la marcha de la economía también crecieron desde aproximadamente 30% a principios del mandato de Kirchner a un promedio cercano al 50% durante el resto del período.
Por su parte, la variable de percepción subjetiva del alcance de los ingresos nos indicaba que a comienzos del gobierno de Kirchner 3 de cada 10 argentinos decían no llegar a fin de mes (30%). Ese porcentaje se redujo al 9% hacia 2007.

2da Etapa (2007-2010): El hartazgo

Como lo decíamos antes, el modelo kirchnerista caracterizado por la confrontación y la exacerbación de las arenas de conflicto estaba mostrando signos de agotamiento. Si bien la economía seguía creciendo, Cristina Kirchner llega al poder con una cantidad menor de votos que la que habían obtenido el resto de los Presidentes desde 1983.
La debilidad para encontrar lazos de conexión y empatía con la ciudadanía, sobre todo con los sectores medios, se hizo explícita durante el conflicto agropecuario, pero ya venía sintiendo los efectos negativos de casos de corrupción que rozaban a importantes funcionarios del Gobierno (Caso Skanska y Caso Antonini Wilson).
La imagen positiva de la Presidente se derrumbó durante el año 2008 hasta llegar al 26% y la de Néstor Kirchner al 22%. La evaluación negativa de la gestión se acrecentó alcanzando los 40 puntos porcentuales, al tiempo que disminuyó la evaluación positiva hasta el 19%.
Indicadores socio-económicos. Durante este segundo periodo de kirchnerismo el problema económico principal sería la inflación y la carencia de mediciones confiables por parte del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), que continúa afectando la calidad institucional en el país. Las consultoras privadas afirman que el aumento de precios se acerca al 25% anual, mientras que el INDEC publicaba, y lo sigue haciendo, cifras marcadamente inferiores.
Por otra parte, el desempleo muestra una leve baja respecto a 2007 (2 puntos porcentuales: 9% - 7% aprox.) luego de un aumento durante la crisis financiera internacional de 2009. No obstante, estas cifras, al igual que las relativas a la pobreza, se encuentran bajo discusión debido a las dudas que genera la intervención del Gobierno en el Instituto encargado de las estadísticas nacionales. El INDEC dice que la pobreza es de 10,7%. Dato que es discutido por Centros de Estudios varios y Consultoras privadas que publican cifras que van entre el 22% y el 30%. Es decir, la pobreza estaría según estos investigadores igual que en 1995, año en el cual comenzaba el camino hacia la estridente crisis de 2001.
Más allá de ello, vale destacar que luego de la derrota de 2009 el Gobierno Nacional tomó medidas estatistas y de corte progresista que le valieron una lenta recuperación del favor de los ciudadanos: La estatización de los fondos de pensión, la ley de medios, el apoyo a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo y la aplicación del programa Asignación Universal por Hijo fueron algunas de esas políticas. A las mismas se sumó la ley de actualización automática del aumento jubilatorio y la obligatoriedad de paritarias entre empresarios y sindicatos para discutir aumentos salariales.
Durante el 2010, si bien se divisaba, como decíamos, una lenta recuperación de las variables de imagen de la Presidenta, evaluación de gestión y de la marcha de la economía, el salto de relevancia se producirá luego del fallecimiento de Néstor Kirchner. A partir de ese momento dará comienzo el tercer ciclo kirchnerista.

3era Etapa (2010-¿?): La reconciliación

Titulamos esta etapa como la reconciliación remitiendo a un periodo que se asimiló a un inicio de mandato, caracterizado por una luna de miel entre una Presidenta que recién asume el poder y una ciudadanía dispuesta a esperar y a tolerar hasta analizar sus primeros pasos.
A casi un año de la desaparición del líder del kirchnerismo, su esposa gana las elecciones con más del 50% de los votos, en una contienda histórica, tal vez no tanto por el porcentaje como por la diferencia en votos respecto al resto de los competidores.
En 2011 la situación socio-económica no se ha modificado sobremanera, pero si la opinión sobre la misma. Hoy en día cerca del 40% de los argentinos tiene opiniones positivas sobre las distintas variables relacionadas con la economía (Evaluación prospectiva, retrospectiva y actual) aunque los datos objetivos no hayan tenido cambios profundos. También vemos que una mayor proporción de argentinos considera que puede ahorrar (El porcentaje creció de 10% a 17%).
Estos elementos operan como algunos de los factores explicativos más relevantes del momento político que vivimos los argentinos en la actualidad y, específicamente, de lo sucedido en el plano electoral.