
El Jujitsu es un arte marcial de autodefensa. En él el luchador atrae adversarios mientras se mantiene tranquilo y no agresivo, buscando que el primer paso de ofensa lo de el contrincante.
Cuando el rival de acerca, el combatiente es golpeado o sujetado, moviéndose junto con el atacante y emplea la fuerza de su enemigo contra él mismo. Cuando él avanza o retrocede en el momento indicado, la fuerza del impulso del atacante hace que este pierda el equilibrio, cayendo o exponiéndose a un contragolpe. La agresión del otro se convierte en debilidad, pues lo conduce a un ataque obvio, exhibiendo su estrategia y dificultándosele detenerse.
En nuestro tándem de políticos argentinos tenemos varios jugadores de Jujitsu. Son aquellos líderes que suelen ser llamados: moderados, componedores, dialoguistas, etc. Sin embargo, no siempre tratan de dialogar,ni tampoco siempre tienen posturas centristas o moderadas. Más bien parecen ser estrategias que quizás le fueron útiles en su historia y las siquen aplicando, o tal vez son formas de enfrentarse a líderes muy agresivos con los cuales las técnicas propias del Jujitsu son altamente efectivas.
Mauricio Macri, Carlos Reutemann, Julio Cobos, Gabriela Michetti, Alberto Fernández, Hermes Binner, Daniel Scioli son sólo algunos de los exponentes de este tipo de estrategia política en estos tiempos. A diferencia de Elisa Carrió, Néstor Kirchner o Luis Juez, los políticos Jujitsu pelean sin parecer agresivos y se mantienen por encima de la contienda; piensan que la agresión es engañosa y que esconde una profunda debilidad, apuestan al contraataque, a la utilización de las acciones pasionales del enemigo, buscan brillar en breves pero certeros momentos de contrataque en vez de afanarse en un ataque duradero que desgasta fuerzas y recursos.
El ciclo 2003-2011 va a dejar como marca distintiva el ascenso, gloria y, tal vez, caída de un liderazgo ofensivo, pasional, avasallante, confrontativo y visceral, el de Néstor Kirchner. Un liderazgo afecto a la típica duplicación de la apuesta y al todo vs. nada. Si se comprueban algunas hipótesis de la sociología electoral acerca de la oscilación en las preferencias de estilos de conducción que experimenta toda sociedad, puede esperarse que el electorado busque para el ciclo post 2011 algo distinto a este tipo de dirigencia.
Para alcanzar la calidad de presidenciable diversos actores buscan lo que el manual del candidato a presidente dice: Dinero, plafón de votos, legisladores, apoyo de élites políticas e imagen positiva en la opinión pública. Sin embargo, también dice el manual que algo que ayuda es oponerse a aquel político cuyo ciclo parece ir declinando, a aquel a quiénes las encuestas ya no le favorecen tanto, a aquel que parece estar en retirada.
Hoy, como tiburones a la sangre, muchos van hacia la víctima, y la marca de la misma es la letra K. Sin embargo, si la variable a considerar no es tanto el quien sino el cómo, esto es, si la sociedad está harta de un tipo de liderazgo más que de un nombre propio, tal vez la mejor vía hacia la presidencia no sea atacar a Kirchner como él mismo lo haría si fuese opositor, sino mostrar una forma distinta de confrontar, de oponerse y de hacer política.
Ezequiel Ávila
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