lunes, 8 de febrero de 2010

Danza de presidenciables


A casi un año de que los argentinos acudamos nuevamente a las urnas para optar por la renovación del cargo presidencial, los dimes y diretes de la política vernácula nos tienen desorbitados en medio de discusiones, chicanas y arreglos políticos de ultratumba y de vieja política.

El premio mayor, como en todo país presidencialista, es la llegada a la Casa Rosada. Un premio que se lo lleva el primero que llega, sin oportunidad de compartir nada, a menos que acceda con bajo consenso y con un Congreso opositor; algo que ocasionalmente sólo ocurre luego de dos años de transcurrido el mandato.

La pregunta que vale la pena hacerse es qué dimensión política será la que esté en juego en las próximas elecciones presidenciales, debido a que de ello dependerá quiénes tendrán status para competir por el acceso a la primera magistratura.

Erróneo sería mi análisis si sólo me dejara llevar por lo que dicen las encuestas, no porque no crea en ellas, sino porque la opinión pública demuestra cotidianamente que uno de sus atributos más permanentes es su excesiva volatilidad.

También craso error cometen los analistas que observan sólo las cuentas bancarias, los poderes políticos fácticos (Gobernacions de Provincias, cantidad de diputados y senadores que les responden, capacidad de implementar políticas mediante manejo de presupuesto público, etc).

Tanto Brasil como Chile nos están demostrando que la imagen positiva no lo es todo. En el primero, el multielogiado internacionalmente Lula cuenta con una imagen positiva cercana al 80% mientras que su candidata Rousseff no puede despegar en las encuestas sobre intención de voto para Presidente del gigante carioca. En el segundo, una Presidenta con buena cantidad de ciudadanos apoyando su gestión no puede lograr que un candidato de su propio partido le suceda en el poder.

¿Han perdido poder los Presidentes? ¿Es el desgaste de estilos políticos más que la opinión pública lo que está definiendo las elecciones?

En Argentina se difumina la idea de que el próximo turno electoral será una reedición de la lucha peronismo vs. radicalismo. Tampoco resulta muy convincente la idea de una confrontación izquierda vs. derecha como en Chile 2009 o México 2006 o como tantas otras contiendas en la mayoría de los países occidentales.

En nuestro país tal vez no nos hemos despojado aún de la dicotomía peronismo vs. antiperonismo. Mientras los sectores que se oponen al Gobierno Nacional desde un espacio no peronista continúen con problemas para articularse y generar espacios de acción y lucha en común será difícil que los titulares de los diarios y la suerte de los argentinos no sigan estando teñidos por lo que pasa puertas adentro de este movimiento creado por Perón en la década del ´40.

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