Son dos los elementos que nos ayudan a comprender este año electoral. La economía y la historia electoral reciente.
La economía porque hoy en día casi un tercio de los argentinos valoran positivamente distintas variables referidas a su marcha; cuando hace un año sólo dos de cada diez ciudadanos opinaba de esa manera. Sería erróneo pensar que lo que la opinión pública dice nos hable de lo que verdaderamente sucede en los subyacentes cauces de las condiciones materiales de vida; pero sería también poco acertado creer que tales miradas no inciden en la mayor o menor racionalidad que estructuran los ciudadanos a la hora de votar. Los cambios en signos partidarios desde el regreso de la democracia se han visto acompañados por el agotamiento del modelo económico en ejercicio y por un intento de extremar las contradicciones del mismo por parte de quienes se erigían como sus progenitores. No parece ser esto lo que la opinión pública perciba hoy.
El segundo elemento tiene que ver con que el parentesco entre el actual escenario electoral y el que tuvo lugar en 1995 y 2007; observándose características similares como un modelo económico con falencias pero no en estado aparente de crisis, una situación social políticamente conflictiva pero en cierto orden y una oposición incapaz de construir esquemas de polarización y oferta unificada alterna al Gobierno.
Los porcentajes de voto obtenidos por Menem en 1995, tanto a nivel nacional como en los principales distritos, se parecen a los alcanzados por Cristina Kirchner en 2007 y también a los que vaticinan algunas encuestas para 2011. También hay similitudes entre el desempeño de los candidatos opositores a Menem con el que tuvieron los candidatos que enfrentaron a Cristina Kirchner. Una fuerza entorno al 25%-30% en segundo lugar (FREPASO-Bordón en 1995 y ARI-Carrió en 2007) y un tercer partido que no alcanza el 20% (UCR-Massaccessi en 1995 y UCR-Lavagna en 2007).
Hoy varios candidatos pugnan por el lugar que persiguieron Bordón y Carrió. Sin embargo, tal como sucedió en esos casos, no será suficiente mientras no haya una coalición que logre superar el piso del 30% o algún cambio en la situación económica que debilite al Gobierno. Los resultados de las elecciones primarias hablarán, tal vez de manera más estentórea por su carácter de primicia, que los del 23 de octubre.
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