El 2 de septiembre de 2007 la Unión Cívica Radical sufrió uno de los peores resultados electorales obtenidos en comicios por el Poder Ejecutivo Provincial. Mario Negri fue el dirigente al que le tocó cargar con gran parte del peso de ese fracaso. No sólo fue su peor contienda, sino que además los radicales comenzaron a vislumbrar el peligro que podría implicar la comodidad del tercer puesto, confort que te destina a luchar por cargos legislativos y municipales, pero que te aleja del Poder con mayúsculas.
El radicalismo cordobés, acostumbrado a gobernar, ha soportado ya 12 años el doliente llano, viéndose debilitado económica y políticamente, digiriendo fugas de dirigentes, victorias de propios que no se reconocían como boinas blancas, etc. Como si eso fuera poco, también ha mascullado la bronca de ser tercera fuerza en la elección de hace cuatro años atrás, viendo cómo el poder se repartía entre las facciones justicialista y juecista.
Hay ciertas características que se dieron en ese escenario que es necesario examinar si se dan hoy. Es clave comprender si existen una mayor fortaleza o debilidad de la UCR respecto al 2007 para aproximarnos a lo que puede suceder el domingo que viene.
Desde mi perspectiva, hay algunos elementos que emergen hoy y que podrían favorecer al radicalismo:
1.- Oscar Aguad ganó una elección provincial hace dos años. Fue la contienda por Diputado Nacional por Córdoba. Mario Negri no había tenido estos logros previos a su candidatura como gobernador en 2007. Hay que hacer la salvedad de que esos comicios fueron legislativos, a diferencia de los de 2007 y 2011 que son ejecutivos. El electorado suele permitirse un voto no útil cuando tiene que optar por un Diputado o un Senador, a diferencia de cuando lo hace por un Presidente, Gobernador o Intendente. Aunque vale decir que tener el hecho de que un 30% haya votado a Aguad en el 2009 marca un techo que no tenía Negri.
2.- En la Capital también el Oscar Aguad realizó una buena elección alcanzando casi el 30% de los votos y hoy por hoy cuenta con un dirigente como Ramón Mestre, con chances de alzarse con la intendencia capitalina. Nada de esto existía hace cuatro años atrás.
3.- La UCR tenía como candidato a Presidente a un extrapartidario (Roberto Lavagna). Hoy lo tiene a Alfonsín, un candidato con mayor proyección electoral nacional que la que tenía el economista en 2007 y con otros aditamentos que pueden tocar fibras sensibles a los viejos radicales, como el apellido mismo Alfonsín y lo que este significa, no sólo en términos de reinvidicación del ideario radical sino también de la idea de un radicalismo en el poder, más allá de ser sólo fuerza testimonial.
4.- Cualquier mirada, aunque sea superficial, sobre la militancia radical también nos permite reconocer el recupero de una mística que no se veía ni por asomo en el 2007, cuando todavía las heridas sufridas post crisis 2001 no cicatrizaban.
5.- Oscar Aguad ha tenido una mayor presencia mediática que Mario Negri, a causa de su postura en el conflicto agropecuario, entre otras cuestiones, y también por su desempeño como Diputado Nacional.
En suma, pareciera hoy haber un radicalismo algo más fuerte que en el 2007. Tal vez esto no sea suficiente para ganar la elección del domingo, pero si puede ser el camino hacia una meta de corto plazo como la de erigirse como segunda fuerza, en búsqueda del objetivo mayor a mediano y largo plazo que sería el regreso a la gobernación provincial.
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